El Sar y Conxo

Después de abandonar un espacio abierto, rico y singular como las Brañas de Sar, con su sistema agrícola ancestral, la arquitectura del agua fosilizada en molinos, canales y otros elementos, y una flora y fauna específicas de ecosistemas húmedos, el Sar pasa a Pontepedriña y comienza a ser abrazado por los montes.

Entre las Brañas y Conxo, el paseo del río transcurre por el parque Eugenio Granell, popularmente conocido como del Restollal, que fue inaugurado en 2003. Está dedicado al autor surrealista Eugenio F. Granell y fue inaugurado por su viuda, Amparo Segarra, en mayo de 2003. Con la dedicatoria del parque a este autor se pretende reconocer su categoría como creador y como persona, su amor por Compostela y el hecho de que había dejado su legado artístico en nuestra ciudad.

Es uno de los parques más extensos de Compostela, con más de 120.000 metros cuadrados en suave pendiente; está configurado por zonas ajardinadas y de césped acompañadas de un frondoso bosque de carballos, freixos, almeneros y salgueros en la ribera del río.

Dispone de plataformas para ejercicios físicos, pistas de skate, cafetería, áreas de descanso con bancos, fuentes de agua potable, iluminación nocturna, accesible las 24 horas, carril bici por el margen del Sar, un parque infantil, un espacio donde poder tener los perros sueltos, entre la robleda y el río, que responde al programa de convivencia con las mascotas y dos miraderos sobre el valle del Restollal que ofrecen hermosas vistas de la ciudad. Tiene accesibilidad para personas con diversidad funcional y zonas de aparcamiento próximas.

A través de la robleda, salimos del barrio de A Pontepedriña y entramos en el de Conxo atravesando un largo túnel. Gracias al monasterio de Conxo, y sobre todo su reconversión en manicomio a finales del siglo XIX, el Sar afronta su tramo más señorial, algo que se va a notar sobre todo en el aire decimonónico que se aprecia o percibe sutilmente al pasear por sus riberas. Este Sar, entre A Pontepedriña y Torrente, está lleno de historia, arte y leyendas.

Las riberas del Sar, al contrario que las de su afluente el Sarela mucho más humanizadas, tienen un aire agreste, y en el tramo que recorre Conxo aún más, ya que el río va encajado entre montes. En Conxo apenas hay campos cultivados, pero sí hermosos bosques. Aquí se concentraban muchos molinos, bien por la influencia del monasterio o por las condiciones del terreno que facilitaban la conducción de agua; de ellos poco queda ya que la mayoría están completamente desaparecidos. Sí se conservan algunos pequeños puentes, como las tres que se pueden ver en la finca del monasterio.

Pasear por sus riberas es un placer para los sentidos, especialmente en primavera y otoño cuando los árboles muestran mil y un tonos de verdes nacientes o de ocres, marrones, amarillos y rojos en la caída de la hoja.