Además de los procesos naturales de conformación del entorno, este cambia también por la acción humana, lo que añade elementos culturales que podemos remontar hasta hace 10.000 años, y que son el producto de las múltiples y sucesivas formas de habitar, recorrer, pensar y alterar el paisaje desde la prehistoria, dando lugar a un medio que es la fusión entre naturaleza y cultura. La evolución del paisaje gallego desde la prehistoria hasta nuestros días toma la forma de un descenso paulatino de las tierras altas a las bajas, de ocupación progresiva del valle.
Entre la Baja Romanización y la alta Edad Media, en la conocida como Edad Oscura (del siglo IV al IX de nuestra era) es cuando se conformó el paisaje tradicional gallego que se explica más arriba.

El primer cambio significativo se da en el siglo IV, cuando el modelo de ocupación fortificado de los castros en la cumbre de pequeñas colinas da paso a otro basado en asentamientos de aldeas abiertas sin elementos defensivos, comenzando la ocupación intensiva de las zonas del fondo del valle y los trazos característicos del paisaje rural que llegarán a nuestros días. Será en la etapa altomedieval (siglos V-VI) cuando tenga lugar la transformación más intensiva del paisaje, con la construcción de parcelas, caminos, estructuras de terrazas y “socalcos” para evitar la erosión en los terrenos de cultivo y que constituyen más de la mitad de la superficie agraria, espacios vírgenes que son adecuados y alterados para hacerlos productivos. En los siglos VIII-IX será cuando se consolide la parroquia como demarcación territorial, tomando como referente el valle.

Otro elemento singular del paisaje gallego es su intensa división, con pequeñas fincas dispersas y aisladas unas de otras. Esto suele achacarse al sistema de herencia, que está influido en realidad por otros factores, entre los que parecen tener una buena importancia los deberes del campesinado con los propietarios de los terrenos, la iglesia y los señores feudales, que les exigen explotar cada trozo de territorio mínimamente aprovechable para poder pagar los foros y subsistir.
Hoy, que estamos en el ciclo postrural, el paisaje es plano. En el ciclo actual cambia el medio natural por un medio artificial que se aplana con las excavadoras, la concentración parcelaria, la repoblación forestal, las transformaciones agrarias, una nueva ordenación del territorio y el abandono del campo y de las prácticas tradicionales. Todo sirve para todo: para pasto, para casas, para carreteras y vías de ferrocarril, para polígonos industriales…
Fuente de los textos: Atlas arqueológico del paisaje gallego, editado por Xerais en 2016.