Las cuatro diputaciones gallegas y la de León firman en 1891 unos acuerdos con el objeto de enviar a Conxo a aquellas personas pobres y con problemas psíquicos que estaban a cargo de las instituciones provinciales. Previamente al ingreso en el manicomio, las personas acogidas en beneficencia tenían que acreditar su condición de dementes y pobres.
Las condiciones de estancia en el manicomio no eran iguales para todos los ingresados. Hasta 1972 los enfermos estuvieron divididos en clases y la calidad de la atención dependía de sus aportaciones.
Los pensionistas de 1ª clase, aportando 12 pesetas diarias, del año 1920, tenían derecho a habitación independiente en la segunda planta, espaciosa, ventilada, soleada y servicio propio. Su alimentación consistía en desayuno: té, café o chocolate, con o sin leche. Comida: sopa, cocido, tres platos y postres. Los de 5ª clase, pagando 2 pesetas, estaban en dormitorios comunes con una alimentación consistente en sopa y cocido para desayunar y un plato a la cena, además del desayuno y los postres. Por debajo de éstos estaban aún los acogidos, que dependían de la beneficencia de las instituciones y que aportaban 1,75 pesetas cada uno.
El sanatorio se publicitaba por Europa, a principios del s. XX mediante postales, como un centro de lujo para el relax, con unas magnificas instalaciones de pago. En 1910 una delegación inglesa de prensa visita el manicomio. Uno de los periodistas que era visitador oficial de manicomios en su país, dice: “las instalaciones de pago en él no eran igualadas por las de ningún establecimiento inglés de su clase”, y así consta en las crónicas periodísticas de la época.
Las clases pudientes usaron el sanatorio de Conxo como lugar de descanso y también como refugio en situaciones socialmente comprometidas, como mujeres solteras embarazadas, alcohólicos, toxicómanos y juventud contestataria. Ingresaban en primera clase, sin mezclarse con el resto de usuarios. No eran raros los casos de personas con sirvientes propios y atención médica especial.

La masificación, junto a las pobres condiciones higiénicas y el escaso cuidado a los enfermos de la beneficencia fueron factores que provocaron que en determinados momentos, la mortandad de usuarios fuera elevada, especialmente en los años de la Guerra Civil y la postguerra.
La Diputación de A Coruña compró todo el complejo en 1969 y emprende ligeras reformas. Esta nueva etapa supone una serie de cambios. Se incrementa el personal, muda la política de atención al usuario y se introducen nuevas tendencias sanitarias en la atención psiquiátrica. El Hospital Psiquiátrico de Conxo es transferido al Servizo Galego de Saúde en 1993.