Caminos a Noia y Bergantiños
Este camino era mayormente utilizado como tránsito de mercancías abasteciendo a la ciudad de productos del mar y de mercancías llegadas principalmente de Inglaterra y otras regiones. Con la aparición del sepulcro del Apóstol, esta ruta va ganando fieles a través de los siglos. También será utilizada por peregrinos gallegos a Tierra Santa, que dejaban antes testamento de los que se conservan algunos originales en el monasterio de Toxosoutos (Lousame, Noia).
Noia es fundada en 1168 por el arzobispo Gundesteiz que, con autorización del Rey Fernando II, construye un castillo y un puerto. El monarca dice que lo hace con el fin de restaurar el puerto del Apóstol, del que se deduce que el existente se encontraba abandonado y en muy mal estado.
Otro camino que confluye en las orillas del Sarela es un camino histórico que conducía a la comarca de Bergantiños, que saliendo por la puerta de la muralla conocida como Subfratribus o de San Francisco, vadeaba el río Corgo o Corvo, afluyente del Sarela, al pie de la ermita de la Virgen de la Fuente (hoy de San Xoán) en Pelamios y discurría por lo que hoy es el barrio de Vista Alegre, hasta llegar al Avío descendiendo hacia el Sarela. Cruzaba el río por Pontepedriña de Arriba, también conocida como Puente de los Tres Ojos, y desde ahí continuaba por el margen izquierdo del río. Subiendo a la Peregrina (de advocación jacobea) el camino vadeaba el curso alto inicial del Sarela en el Romaño. Este camino está muy deteriorado y en muchos tramos ya desaparecido. Es de destacar su paso por Pontepedriña de Arriba, donde discurre al borde de uno de los más grandes, y el segundo más antiguo, curtideros de Santiago en el siglo XIX, activo hasta 1947.
Atravesar el río Sarela era obligado para quien se dirigía a la ría de Noia, a la Costa de la Muerte y a Carballo o a otras villas de Bergantiños.
Partiendo de la falta de mar en Compostela y teniendo en cuenta que quien no viajaba por tierra lo hacía por mar, en la Edad Media la villa de Noia se consideraba el puerto de Santiago y, aunque dependiente de las mareas, mantenía una importante actividad comercial.