Un crucero maldito
En Conxo había un crucero maldito a causa de un malentendido. Los orígenes de esta cruz de piedra están en los comienzos del siglo XVIII. Manuel Joseph Ramírez de Arellano y Sotomayor era hijo de una familia hidalga. Según se recoge en la tradición y en algunos documentos de la época, Ramírez de Arellano se acercó a las fincas que formaban, en aquella época, las tierras de Conxo, y allí según unas fuentes, se batió en duelo y murió en el enfrentamiento y en otras fue atacado por unos hombres emboscados en la noche que lo mataron.
Su madre, Isabel de Sotomayor, pagó la creación de un crucero y su colocación en el mismo lugar de la muerte del hijo. En aquella época los canteros grababan las inscripciones como cuadraba y al que encargó Dona Isabel, esta práctica dio lugar a un hecho al menos curioso. El pedestal llevaba una inscripción que decía “AQUI FINO D. MANVEL JOSEPH RAMIREZ DE ARELLANO RVEGUEN A DIOS POR EL AÑO DE 1718”, pero los canteros separaron la última sílaba de Arellano que pasó a la otra línea junto con rueguen a Dios por él, resultando que la inscripción venía a decir “AQUI FINO D. MANVEL JOSEPH RAMIREZ DE ARELLA NO RVEGUEN A DIOS POR EL. AÑO DE 1718”.
Esta confusión hizo que durante mucho tiempo se considerase este crucero como “maldito”, hasta que lo aclaró el historiador Pérez Constanti al revelar que el apellido del fallecido era Ramírez de Arellano.
A partir de ahí comienzan las vicisitudes de este monumento religioso.
En el siglo XIX este crucero estaba ubicado en la calle de Matacáns, que además se indicaba como el lugar del infortunio que le costó la vida a Ramírez. Después fue trasladado a la plaza de Fonseca. El motivo fueron las obras del ensanche compostelano. De Fonseca pasó a San Fiz de Solovio en la zona del mercado de abastos, donde continúa. La inscripción aún se puede leer con la luz adecuada. Y en el lugar donde originalmente había sido colocado, permanece la memoria del finado en tan trágicas circunstancias en el nombre de las 212 viviendas sociales construidas en el año 1960 conocidas como Casas de Ramírez, en el centro del Ensanche compostelano.
Una curiosidad más. Cuando iniciamos este trabajo sobre los cruceros de Conxo tuvimos muchas dificultades para identificar cada uno de ellos y seguir su historia. El motivo es que todos son denominados el Crucero de Conxo, lo que hace muy difícil determinar a cuál se refiere el que encuentras o estás leyendo en los documentos. El hecho es que en el actual barrio de Conxo sólo se conserva un crucero en buen estado enfrente de la iglesia del monasterio, de otros dos quedan piezas sueltas. Con ellas se han hecho reconstrucciones que podemos ver en el cruce de Sánchez Freire con García Prieto y en el Hospital Provincial. El cuarto crucero de Conxo es el de Ramírez de Arellano.
Los cruceros de Galicia
Suelen tener una o más imágenes o representaciones antropomórficas y de otro carácter, con el objetivo de representar escenas de la Crucifixión de Jesucristo. Son un elemento muy abundante en nuestra geografía que se suelen situar en las encrucijadas de caminos, sirviendo como señalización y también como protección, porque según las creencias populares, los cruces de caminos son lugares peligrosos. Suelen estar orientados este-oeste, con la Virgen mirando al este, al nacimiento del sol, y la crucifixión al oeste, mirando al ocaso.
Al parecer, el origen de los cruceros habría que buscarlo en elementos como los menhires prehistóricos o los pedrones romanos. Con la llegada de la cristianización en la Alta Edad Media, se colocaron cruces sobre estos elementos. Posteriormente fueron colocándose gradas para orar con más comodidad, y el fuste se fue elevando lo que obligaba a mirar al cielo mientras los fieles oraban. Según los estudios, los más antiguos de Galicia se encuentran en el Camino Francés y el más antiguo de todos los cruceros tal y como los vemos hoy, está en Melide, donde la capilla de San Roque.
La mayoría de los autores de estas piezas son personas desconocidas. Otros, unos pocos, registraron sus nombres en documentos que aseguran su autoría.
Estas representaciones se colocaban en lugares como cruces de camino, donde había acontecido una muerte trágica, por devoción a una determinada figura religiosa, en memoria de algún familiar o persona allegada para expiar alguna mala obra. De hecho, tras la desamortización que expropió los bienes de la iglesia, muchas personas hicieron grandes fortunas mercantiles con esas propiedades y para expiar su culpa mandaron hacer gran cantidad de cruceros. Alrededor de estas representaciones nacieron leyendas, cantos, poemas y otro tipo de composiciones, que alimentaron la tradición oral en Galicia.