El manicomio de Conxo
Historia del manicomio
En el año 1404, fray Juan Gilberto Jofré funda el primer manicomio en España, el Hospital de los Santos Inocentes en Valencia. Galicia no contará con ninguna instalación de este tipo hasta casi cinco siglos después y hay que señalar que en 1880 existían ya 26 manicomios en España. Así que con mucha demora, el 1 de julio de 1885, se inaugura el de Conxo y hasta 1953 será la única institución de este tipo en nuestra Comunidad.
Hasta entonces, los enfermos mentales andaban libremente por la calle, o bien eran encerrados en la cárcel. Pero hay que dejar constancia de que la cultura gallega siempre ha sido muy tolerante con este tipo de enfermos.
El manicomio fue construido en la parte conventual del monasterio que estaba deshabitada, por el entonces arcebispo en la sede compostelana el cardenal Payá. Los mercedarios, que eran los propietarios del inmueble, fueron compensados con una indemnización y la reforma y el acondicionamiento del monasterio de Poio.

Poco tiempo después de su inauguración, la importante demanda de plazas lleva los propietarios del hospital a pensar, ya en 1889, en la constitución de un patronato que diera entrada a accionistas con los que afrontar una ampliación del centro.
Así, viendo los beneficios que genera la institución, Timoteo Sánchez Freire, director médico del establecimiento, el banquero santiagués Olimpio Pérez Fernández, José García Mouriño, un emigrante retornado cliente de Olimpio Pérez, y Juana Blanco Navarrete, viuda de Simeón García de la Riva, en representación del Banco Viuda de Simeón e Hijos, pasarán a formar parte del Patronato y, por lo tanto de la Junta de Gobierno del Hospital. La iglesia seguirá manteniendo una participación mayoritaria.
Una institución de lujo y clase

En el año 1891 se firman acuerdos para que las cuatro diputaciones gallegas y la de León puedan enviar a Conxo personas pobres con problemas psiquiátricos a su cargo. Previamente al ingresar en el manicomio, las personas acogidas de beneficencia tenían que acreditar su condición de dementes y de pobres.
Las condiciones de estancia no eran iguales para todos los ingresados. Hasta 1972, los enfermos y enfermas estuvieron divididos en clases, y la calidad de la atención dependía de sus aportaciones. Así por ejemplo, en 1ª clase, aportando 12 pesetas diarias (del año 1920), tenían derecho a «habitación independiente en la 2ª planta, espaciosa, ventilada, soleada y con servicio propio», y una alimentación que consistía en «el desayuno: té, café o chocolate, con o sin leche; a la comida: sopa, cocido, tres platos y postres». En 5ª clase, pagando 2 pesetas, estaban en dormitorios comunes con una alimentación consistente en sopa y cocido para la comidas y un plato a la cena, así como el desayuno y las sobremesas. Por abajo de estos estaban aún los acogidos y acogidas, que dependían de la beneficencia de las instituciones, que aportaban 1,75 pesetas diarias por persona.
El manicomio se publicitaba por Europa a principios del s. XVI. XX mediante postales, como un centro de lujo para el relax, con unas magnificas instalaciones de pago. En 1910, una delegación inglesa de prensa, lo visita, y uno de los periódicos, que era «visitador oficial de manicomios» en su país, dice que «las instalaciones de pago no eran igualadas por las de ningún establecimiento inglés de su clase», y así consta en las crónicas periodísticas de la época.
Las clases con dinero usaron el manicomio como lugar de descanso, y también como refugio, en situaciones socialmente comprometidas (mujeres solteras embarazadas, alcohólicos o toxicómanos, juventud constestataria…). Ingresaban en 1ª clase sin mezclarse con el resto de internos e internas, y en muchos casos, con sirvientes propios y atención médica especial.

La masificación, las pobres condiciones higiénicas y la escasa manutención de los enfermos de beneficencia, son factores que han provocado que en determinados momentos, la mortandad de las personas ingresadas fuera elevada, especialmente en los años de la guerra y la posguerra.
En el 1969 lo adquiere la Diputación de A Coruña y emprende ligeras reformas. Esta nueva etapa supone un cambio, ya que se incrementa el personal y cambia su política al introducirse nuevas tendencias en la atención psiquiátrica. En 1993, el Hospital Psiquiátrico de Conxo es transferido al Servicio Gallego de Salud (SERGAS).
Valores arquitectónios y paisajísticos
En 1902 se amplían las instalaciones del manicomio con la construcción de un nuevo edificio en el que se construirá una monumental escalera de mármol, con un gran lucernario, símbolo de la opulencia que se le quiso dar en su momento a la institución. Destaca también una lápida de bronce colocada en la pared, hecha por Benlliure en el año 1925, y dedicada al cardenal Martín de Herrera.
El psiquiátrico cuenta también con una galería de retratos de sus benefactores, entre ellos, el de los hermanos Sánchez Freire, y los de los cardenales Payá, Martín de Herrera y Quiroga.
Detrás del antiguo monasterio y alrededor de los nuevos pabellones inaugurados en 1902, el complejo cuenta con una finca de 2 km cuadrados rodeada en buena parte por el río Sar. En este terreno podemos encontrar los jardines diseñados por el mismo autor de la Alameda de Santiago, y también diferentes instalaciones como la antigua lavandería del manicomio, robledales, caminos encantadores que en otoño están alfombrados de hojas de todos los colores y pequeños puentes como la que utilizaban las personas que ingresaban procedentes del camino de Padrón, y que según nos cuentan estaba rodeada de garitas de la Guardia Civil, ya que por aquella zona se practicaba el estraperlo durante la posguerra.

Otro lugar muy interesante son los restos del antiguo cementerio del centro, que fue recuperado por la Asociación Itínera que presta servicios a personas con enfermedad mental. El cementerio conserva una casita donde aún podemos ver la mesa de autopsias y numerosas sepulturas, unas son simples cruces metálicas y otras elaboradas lápidas como la del espía alemán en el que puede leerse: «Hier ruhet Friedrich Wilhelm Mette. Kapitan. O.S. Santa Ursula. 1875-1917» (Aquí descansa Friedrich Wilhelm Mette. Capitán. Buque Santa Úrsula).
El espía Alemán
Cuando se inicia la Primera Guerra Mundial, en agosto de 1914, el Santa Úrsula se refugia en el puerto de Lisboa junto con otros treinta buques alemánes hasta 1916, año en que el gobierno luso incauta los barcos alemanes y austríacos refugiados en sus puertos, debido a que comienzan las hostilidades entre Portugal y Alemania.
Friedrich Wilhelm Mette, bajo el nombre de Guillermo Mette, se instala ese año en Vilagarcía, pero, supuestamente afectado de una dolencia mental es trasladado a Conxo de donde ya no saldría. Su ingreso se registró el 4 de octubre de 1916 y allí moriría el 10 de octubre de 1917.
La lápida que se encuentra en el cementerio del manicomio, además de la inscripción en alemán contaba con una enorme ancla de metal robada hace unos años. Su barco, el Santa Úrsula, fue hundido por un submarino alemán en la Segunda Guerra Mundial.
No hay constancia de quién mandó construir una de las tumbas más lujosas del cementerio, se cree que fue el consulado alemán en Vigo pero no hay datos especiales.