La malla

En Galicia la malla era más que un trabajo. Llegó ser uno de los encuentros más esperados del año, ya que no solo trabajaban los dueños de la finca, sino que se juntaban vecinos, vecinas y familiares. El trabajo finalizaba con una comida comunal y festiva.

En las parroquias que bañan el río Santa Lucía y sus afluentes, aún recuerdan con nostalgia las mallas que desde hace siglos se vinieron celebrando hasta los años 60-70 del siglo pasado.

Se hacía la finales de julio o primeros de agosto, cuando más calentaba el sol y había las mejores condiciones para cortar el cereal y secar la paja.

La siega del cereal (trigo, centeno etc.) se hacía con una pequeña hoz (fouciño) dejando los montones durante unas horas en un canal de riego de la finca para que secaran al sol. Luego se cogían los mejores montones, limpiando de hierbas e igualándolas bien, y se ataban con paja para hacer un montón (manchea o monllo). Cuando tenías varios manojos (monllos), cogías el vencello (artilugio de madera que parecía un cuerno ), y los atabas de pie en grupos formando medas en la finca. Las medas se subían al carro para ser transportadas al lugar donde se levantaban los mederos.

Malla e medas a secar
Malla- medas secando

En el medero o meda iban colocándose grupos grandes de manojos que se acopiaban de pie en círculo alrededor de un palo. Al final, el medero se cubría con paja para evitar que se mojase el grano. La exposición al sol de los manojos en los mederos facilitaba que el grano se soltase mejor en la malla.

Malla e medas en 1959
Malla- Medas en 1959


El día de la malla se cogían los manojos de la meda, se desataban y se colocaban en círculo con las espigas hacia el centro para golpearlos. Luego se separaba la paja y el cereal, se medía y se limpiaba con diversos cribados para eliminar los restos de paja, polvo y arenas que pudieran quedar. “Limpio de polvo y paja” es una frase relacionada con la malla que data del medievo, cuando los señores exigían que el grano se les entregase limpio de todo. Una vez que el grano está limpio se guarda en tullas o arcas, según la zona, a la espera de llevarlo moler al molino a medida que se vaya precisando para hacer pan, empanadas y dulces.

La malla fue desapareciendo allá por los años 60 del pasado siglo.

Antes de la malla, si había «monllos» dañados, se colocaban en «balas», que consistía en enderezarlos poniendo unos encima de otros, ya que para mallar bien el trigo era conveniente que estuviese enderezado.

La trilla o malla es la operación de batir un cereal (trigo, centeno, avena) con un mallo, con la finalidad de separar el grano de la paja. Se hace sobre un suelo preparado para la malla, llamado «eira» o «aira» según la zona. Días antes de la malla, se preparaba al aire libre un terreno aplanado y limpio, en el que echaban el manlle, una mezcla de bosta de vaca con agua, creando una pasta que se dejaba secar hasta que se endurecía a modo de cemento, para recoger el grano y que no se mezclara con las piedras y la arena del suelo. La «eira» (que podía estar en la casa si el mallo era propio, o de la aldea si fuera comunitario) debía ser un lugar bien soleado y aireado, para que secasen bien las medas y poder limpiar el grano en la operación de aireado.

Finalizada la malla todas las personas que habían participado eran invitadas a un festín que finalizaba con cantos y bailes.

Deshojado de las mazorcas. A finales del verano se hacía el deshojado. Deshojar era la operación de limpiar las mazorcas de maíz de las hojas que las envuelven. Con estas hojas secas, tiempo atrás, se confeccionaban los colchones para dormir, que se renovaban todos los años.

La gente que los utilizaba habla con cariño de ellos: “Claro está, hacía mucho ruido cada vez que te movías, pero te metías en la cama, empezabas a moverte para hacer un nido, de manera que acababas rodeada por el colchón bien calentita”. En aquel rural nada se desperdiciaba.