El Camino del sureste
La Vía de la Plata tiene su origen en la calzada romana que unía Augusta Emerita (Mérida) y Asturica Augusta (Astorga). La vía jacobea se trazó a comienzos del cristianismo aprovechando caminos más antiguos. El término Vía de la Plata no tiene que ver con la explotación o comercio de este metal precioso, sino que procede del árabe Bal’latta, traducido «camino empedrado», que es la palabra con la que los musulmanes designaron aquella amplia vía pública empedrada, y de sólido trazado por la que se encaminaban al norte cristiano. Sin embargo, esta vía se llegó emplear, después del siglo XV para el comercio de plata americana que llegaba al puerto de Sevilla.
Historia o leyenda, por esta gran ruta llegó Almanzor en el año 997 a Santiago de Compostela para saquear la ciudad de la que solo respetó la tumba apostólica. Llevó no solo las campanas de la basílica preromana consagrada al Apóstol, sino también las de todas las iglesias de la ruta que siguieron las tropas musulmánes en esta campaña militar, llevando un gran botín de bronce en su vuelta triunfal a Córdoba. Tras la conquista de Córdoba en el 1236 por las tropas cristianos, las campanas regresaron a Santiago, pero no aquellas que llevaran, sino otras que se fundieron en la ciudad andaluza con todas las que Almanzor había saqueado en su razzia.
Aún debemos hablar de otro camino que entra en Santiago por el sureste, el Camino de Invierno, que nada tiene que ver con la Vía de la Plata. Este era una variante del Camino Francés para evitar las cumbres nevadas del Cebreiro. Parte de Ponferrada y pasa por las Médulas, El Barco de Valdeorras (o la variante por Rubiá), Quiroga, Monforte de Lemos (una variante viraba aquí hacia Ourense), Chantada, Rodero, Lalín y La Laxe, donde enlaza con el Camino del Sureste o Ruta de la Plata.