La paja del trigo, centeno y avena que quedaba de la malla se almacenaba formando los característicos almiares (“palleiro” en Galicia). Para hacerlos, se llamaba a un especialista. La paja se iba amontonando formando la base del almiar, o «palleiro» como le llaman en esta zona, de esa forma aguantaban mejor la humedad. Sobre esta base iba colocándose la paja y el almiar iba ganando altura y adoptando su forma cónica característica.

Cuando salía la paja de la malla había dos personas, los “espelidores”, que le daban a la paja para adelante, y después estaban otros con la horquilla que cogían el “chaparro” (montones de paja) para echar al almiar. Conforme iban haciendo el “palleiro”, y ganaba altura, el especialista subía al carro, y después a una escalera, e iba colocando montones de paja todo al alrededor para que el almiar fuera cogiendo la forma de una gran seta con pie y sombrero. Cuando la paja estaba colocada, se ponía un cesto arriba de todo para que no entrara el agua. Si el almiar no quedaba completo o uniforme, tenían que “revelarlo”, o lo que es lo mismo, retocarlo.
El centeno casi siempre se dejaba para el final, ya que por él corre mejor el agua y se usaba para cubrir el sombrero.
El remate final del almiar era la capucha. Se escogía la mejor paja (había especialistas), y se ataba con un mimbre, se cortaba todo al alrededor, se volvía a atar con un mimbre y después se cortaba y se ponía un ramo de laurel arriba de la capucha. Con una silva rodeaban la base y le metían unas grapas de palos de roble para que no saltara la capucha. Antes de finalizarlo clavaban una vara en el centro del almiar.
Y después de todo este trabajo hacían una gran fiesta!! Era la mejor fiesta del año y se hacía una por cada casa.
Lo que no podía faltar era el jamón (cocido). Se cocía un jamón entero de cerdo. Había quien hacía también callos, fideos con pollo, un guiso con garbanzos, y después jamón!! Con patatas enteras y verdura.
El jamón llegaba entero a la mesa y se ponía delante del especialista en hacer el almiar que era quien lo cortaba.
En unas casas la comida era mejor que en otras, como en todas las épocas. Pero lo que no cambiaba eran las ganas de juntarse de todas las casas de la aldea. Hacían siempre una gran fiesta, donde no faltaba el bueno comer, vino del ribeiro y mucha fiesta.
En Aríns muchos vecinos aún conservan elementos significativos de esta gran tradición como son las “palomiteras” que son jarras de barro de tamaño muy grande, típicas de estas reuniones, y los «vencellos», los artilugios para atar los «monllos».
En Marrozos se recuperaron varias fotos antiguas (de 1960) donde se muestran las grandes fiestas que discurrían en las mallas y los grandes almiares que erguían.